El calzado que se hacía en Torrejoncillo era sobre todo para el campo, unas botas fuertes de tres hebillas que aquí llamamos 'borceguín', de piel de vacuno, que nosotros seguimos fabricando y que se utilizan para los bailes folklóricos de la localidad.
Cuando entré en el oficio empecé a hacer cosas nuevas, variantes sobre los zapatos de siempre pero con otros diseños y tonos.
Los artesanos tradicionales no se atrevían con colores ni con otros diseños porque exigían un esfuerzo no siempre rentable.
En la nueva ubicación del taller podemos ver herramientas de antaño en simbiosis con las de ahora.
Torrejoncillo pisó muy fuerte en el pasado. El gremio artesanal de los zapateros llegó a estar compuesto por 600 trabajadores distribuidos en unas veinticinco fábricas, hasta que fue decayendo tras la Guerra Civil. Hoy, sólo queda la fábrica de Alejandro Roso Bravo. Es la quinta generación de una larga saga que ha trasladado las técnicas de padres a hijos. Desde niño, Alejandro se escapaba al taller de su abuelo cada vez que podía, luego ayudó a su padre y ahora está prácticamente al frente de la producción codo a codo con su progenitor.
Polígono Industrial 'La Dehesa Boyal'
Ctra. de Coria s/n
10830, Torrejoncillo, Cáceres
Tlf.: +34 927 30 31 33
Tlf.: +34 699 388 155